El contenido audiovisual es una de la vedettes de la web 2.0. En poco menos de cinco años, el modelo YouTube se replicó en miles de sitios y con las variantes más diversas. Sin embargo el principal desafío de este tipo de plataformas sigue siendo la posibilidad de monetizar la propuesta a partir de la venta de espacios publicitarios.
Hace poco menos de dos años, Google invertía u$s1500 millones en comprar la plataforma de video YouTube. El sitio creado en 2005 por dos estudiantes universitarios para compartir un video casero con sus amigos se convirtió en el bastión del consumo de videos on demmand en internet, y en la principal amenaza para los medios audiovisuales.
Tanto el cine y la televisión recibieron con cierto temor y escepticismo la posibilidad de que la red cooptara a las poderosas cadenas de broadcasters. Gran parte de los contenidos que circulaban por esta plataforma (y la plétora de iguales y copias que surgieron a posteriori) parecía convertirse en una competencia segura para la TV.
Sin embargo, las cadenas rápidamente cerraron sendos acuerdos con este tipo de plataformas (incluso algunas se encargaron de subir ellas mismas su contenido online) para sellar un pacto de amistad comercial.
Las cadenas de TV hacía varios años que venían planeando el tan mentado traspaso digital, y la aparición de YouTube sólo aceleró los tiempos.
¿Y el negocio…? Así y todo, las plataformas de video on demmand aún siguen siendo una especie de diamante en bruto. Todos saben que cuentan con una audiencia inusitada para cualquier señal de TV convencional; el compromiso que se genera, en mucho casos, es un valor agregado impagable e inabarcable (y no estoy sólo pensando en el caso de Coca Light y Mentos, todas las semanas hay un video “de moda” nuevo); su alcance es casi universal y rompe, incluso, las barreras del idioma. Con todas estas virtudes no habría razón aparente para que no sea un éxito comercial; y sin embargo esa es la pata que todavía falta.
Tras la millonaria inversión que realizó Google, sus accionistas todavía están esperando ver algunos dividendos por parte de youtube.Y es que todavía la gigante de la web no pudo dar con un modelo de negocios apropiado para la plataforma de videos. Aunque desde el año pasado está ensayando algunas alternativas, su capacidad para conciliar las necesidades de los usuarios y las de los anunciantes no parece funcionar.
Más allá de estos números, la realidad es que todavía no se generó la migración de inversiones en publicidad esperadas. Las dudas que siempre generan las innovaciones tienden a atrasar el proceso. Por otro lado, la reticencia de algunos players del mercado (tanto anunciantes como creativos publicitarios) puede jugar en contra del crecimiento de esta industria. En algunos casos, el contenido audiovisual en la web se sigue planteando como una alternativa a la plataforma televisiva; y mientras se piense en términos de uno u otro, la TV seguirá concentrando la inversión publicitaria en detrimento de nuevas opciones.
Básicamente, la TV tiene la ventaja de ser el medio de comunicación más extendido y con mayor impacto en los consumidores. Esta tendencia también está reforzada por la fuerte inversión publicitaria y de contenido que realizan las empresas en el medio. Sin embargo, esta hegemonía de la TV impone valores de pauta mucho mayores a los de la web. Por otro lado, el medio tiene alcance masivo pero no permite un contacto cercano con los consumidores.
Por su parte, la web se encuentra en pleno desarrollo y su público está creciendo fuertemente (“se ha caído el mito de que internet sólo llega a los jóvenes” comenta Arrieta). Por otro lado, la tecnología permite ofrecer una disponibilidad permanente del contenido, y la llegada a lugares donde la televisión no llega, como el lugar de trabajo. Además, la web permite segmentar el contenido según los hábitos y características de cada usuario, permitiendo generar perfiles particulares.Tomando estos parámetros de cada medio, desde .Fox utilizaron una plataforma mixta de publicidad como prueba para el lanzamiento de la serie Dexter. Básicamente, la campaña consistió en realizar una fuerte inversión en TV, durante el primer periodo, concentrando un fuerte impacto en las audiencias y asegurando una gran cobertura.
Una vez que las métricas de la TV mostraban una curva descendente, en la relación inversión-impresión, la gente de Fox mudó su inversión a la web. Desde internet, la cadena apeló a lograr un mayor alcance, impactando sobre un nuevo público a un menor precio sin resignar efectividad.
La explicación de Arrieta es simple y apunta a marcar ciertos excesos que se suelen cometer en la inversión publicitaria dentro de la TV. En el cable “al mostrar un aviso por segunda vez le llegamos a la gente que no lo vio antes, pero también a la que ya lo habían visto” comenta el ejecutivo de .Fox.
En la pauta televisiva, el anunciante paga lo mismo por un espectador nuevo que por uno que vio tres veces el comercial (y que está claro que no lo volverá a ver o que ya no será impactado por el mismo).
En internet se pueden mostrar nuevos spots u ocultarlos cuando un usuario ingresa nuevamente en el sitio.
Al mismo tiempo, el anunciante sólo paga por cada vez que el usuario ve el contenido, con lo que se garantiza un impacto. Este tipo de propuestas permiten aprovechar más el presupuesto, garantizando un alcance mayor que la pauta televisiva y con menos impactos perdidos. “Lo que tenemos que entender es el costo de cobertura adicional de cada medio” afirma Arrieta, “una vez pasado cierto punto de cobertura, invertir en televisión no tiene sentido”.
O sea, la industria está ante una encrucijada. Lo que más atrae en términos mediáticos es lo que más difícil resulta de vender en formatos publicitarios.
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